5.2.13

 
 
Qué significa ser el espectador
Wayne Dyer
Tómese un momento para reflexionar sobre cómo se ve a sí mismo.
 Mientras lo hace, piense en lo que significa decir:
Estaba diciéndome a mí mismo que..».
Descubrirá que la frase da a entender que usted es dos personas.
Una persona es el «yo» que estaba diciendo.
La otra es el que recibía las palabras del que hablaba.
El yo le hablaba al mí mismo, cosa que, cuando uno examina sus diálogos internos, se hace centenares de veces al día.
 Cuando se cultiva la condición de espectador uno se aparta tanto de la posición del yo como de la del mí mismo.
Aquí, desde un espacio invisible, ajeno a su cuerpo físico, el espectador se desprende de todas las emociones, sentimientos y comportamientos.
 Desde ahí, el espectador observa amorosamente el acontecer de toda su vida.
Hace varios años traté un caso en el que la paciente sufría lo que ella llamaba tristeza terminal. Estaba siempre deprimida.
Describía sus sentimientos con frases como: «Todas las partes de mi ser están deprimidas.
Estoy deprimida cada día, en todo momento.
Me despierto deprimida y me voy a dormir deprimida.
Al parecer no puedo librarme de esta terrible sensación de depresión».


 
 
Consejos de un maestro:
Todos pasamos por algunas turbulencias de vida.
Y muchas veces nos preguntamos que nos falta para llegar a la felicidad?
¿Qué falta en tu vida?
Cuando el hombre explore intensamente
el pequeño átomo y el inmenso espacio,
 cuando domine el mundo,
conquistando  las más complejas tecnologías,
Quizá sea el tiempo para volverse hacia dentro de sí mismo.
En ese momento descubrirá algún “error”
....Comprenderá que dominó el mundo de afuera,
mas no dominó su mundo,
los inmensos territorios de su alma.
Descubrirá que es un gigante en la ciencia,
pero que es una frágil criatura  cuando navega
en las aguas de la emoción
al desconocer los secretos que tejen su inteligencia.
Será quizá cuando, algo nuevo acontecerá.
Él encontrará por segunda vez su mayor invención:
 la rueda. ¿La rueda?
Si, solo que esta vez será la rueda de la emoción.
 Encontrándola, recorrerá territorios poco explorados y, por fin, encontrará lo que siempre buscó:
el amor, el amor por la vida y por el Autor de la vida.
 
Al aprender a amar, derramará lágrimas de alegría.
Percibirá que Dios escondió la Felicidad en el único lugar
en el cual él jamás pensó en buscarla: dentro de sí
“Aquel que busque encontrará;  aquel que toque la puerta ésta se le abrirá”; sólo con paciencia, e impertinencia incesante puede un hombre entrar
en el Templo del Conocimiento.