Que en el reino del corazón, no pase el tiempo,
como suele hacerlo por el cuerpo de las piedras sin producir ninguna transformación.
Cada día hemos de aprender cómo vivir y amar...
No por nosotros, sino, esos que nos requieren continuamente, esos que somos nosotros mismos, situados como por milagro,
frente a nuestras propias máscaras, nuestras propias "personas".
Se aprende la vida, cuando existe un verdadero anhelo de crecimiento interior,
y éste se manifiesta en la medida en que se desapega el yo, para integrarse al Ser que mora en cada uno.
Si la semilla se convierte en árbol fecundo, si las nubes grises al caer se transforman
en las nodrizas de la Vida.....,
¿no ha de acontecer lo mismo con el Hombre?
Hemos de cambiar nosotros también, hemos de tornarnos cada día más perfectos,
dejar imperfecciónes y dolor, encontrar toda felicidad real, como hija de la virtud.
Extendamos entonces nuestras manos hacia el Universo,
para que una Gracia infinita nos guíe hasta la verdadera Luz,
donde se diluye toda sombra, todo escepticismo, toda angustia...
Y las extendemos cuando oramos, cuando acariciamos, cuando perdonamos,
cuando realizamos Obras...
"deseosos del bienestar del mundo" transmutando todo egoísmo personal.
Saluditos luminosos
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