17.2.10


La evolución no se detiene y los nuevos niños han llegado masivamente a nuestras aulas.
Varios especialistas sostienen que estos pequeños que mayoritariamente
tienen entre cero y quince años no responden a los patrones comunes de comportamiento.

Están dotados de una inteligencia y un talento muy altos, pero sus estilos de aprendizaje no son los descritos en los libros de pedagogía y psicología
y por ello sus resultados académicos se ven menguados al enfrentarse
a métodos educativos que no consideran sus especiales virtudes:
  • falta de competitividad, marcados sentimienos de compasión, exceso de energía (que los docentes y profesionales de la psicología tienden a confundir con hiperactividad), habilidades para el uso de aparatos electrónicos y computacionales (a los que no siempre tienen acceso en las aulas)
Quien quiera reconocer a estos niños, simplemente mírelos a los ojos,
su transparencia y pureza desnuda el alma de quien los mira.
Miran fijo, de forma sabia y madura.
Cuando se está frente a un nuevo niño, la emoción desborda el corazón,
dentro se despierta un sensación de reverencia y respeto por él.
Igualmente no siempre sucede esto, muchos adultos están tan inmersos
en sus mundos de problemas y preocupaciones, que estos niños pasan desapercibidos.

Pero aun así ellos actúan, actúan aun más con esas personas.
Si sus miradas no encuentran eco, entonces golpearán sus puertas,
y si nadie corre a abrirles, permanecerán presentes hasta que alguien
los invite a pasar.

Y la espera a veces se hace larga, se hace eterna, y comienzan a olvidar lo que han venido a decir.
La alegría y amor de estos niños puede llegar a cambiar el mundo, pero sus auras se están tiñendo y contaminando, necesitan de nosotros…
  • Ahora es tiempo de abrir los ojos.
    Vea al niño que está a su lado, y pregúntese qué vendrá a decirle.

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