19.3.10


El ser humano, es naturalmente creador, del mismo modo que lo
es en grado sumo la Vida de la cual él es una elevada expresión.
La creatividad, pues, no la hemos de ver exclusivamente en
aquellos grandes artistas cuyas obras admira la humanidad
a través de los siglos, ni tampoco en esos hombres geniales
en el terreno de los descubrimientos científicos, de las
realizaciones tecnológicas o de las innovaciones comerciales.

La capacidad creadora se manifiesta en toda acción que
el hombre ejecuta con la plenitud de todo su ser, con la sinceridad, espontaneidad
y totalidad de un alma despierta y sencilla.

La creación se produce entonces de un modo tan natural como
la salida y la puesta del sol, de un modo espontáneo como el movimiento
de las ramas a impulsos del viento.

Las acciones todas de quien es capaz de actuar así y todas sus
palabras respiran una especial grandeza, un frescor y una fuerza,
exponentes del proceso de constante renovación de energías vivas que
se está produciendo en cada instante en su interior.

¿Cuál es, si no, el secreto que encierra la sonrisa de un niño
o la ilusión de una adolescente enamorada?

¿No es, acaso, el hecho de que ambos viven más cerca de la fuente
viva de su ser y expresan de un modo directo, espontáneo, natural, sin interferencias, desviaciones ni bloqueos de clase alguna las fuerzas creadoras que están impulsando su personalidad?

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