5.11.10

Saludito de Viernes- BUEN FINDE !!


En la mitología existe una historia sobre Artemisa, la cazadora divina.
Artemisa era la cazadora suprema porque podía cazar sin tener que esforzarse demasiado.
Satisfacía sus necesidades con gran facilidad y vivía en perfecta armonía con el bosque.

Era amada por todos los animales, y ser cazado por ella se consideraba un honor.
Nunca daba la impresión de estar cazando; todo lo que necesitaba se le acercaba y eso es lo que la convertía en la mejor cazadora, pero, a la vez, también, en la presa más difícil.

Su forma era la de un ciervo mágico al que resultaba casi imposible cazar.
Y así vivió Artemisa en perfecta armonía con el bosque, hasta que, un día, el rey le dio una orden a Hércules, el hijo de Zeus, que iba en busca de su propia trascendencia. Le ordenó que cazara al ciervo mágico de Artemisa.
Hércules, invicto hijo de Zeus, no se negó, y se adentró en el bosque para cumplir su misión.

El ciervo, cuando vio a Hércules, no se asustó,. Sin embargo, al ver que éste se disponía a capturarlo,
se alejó corriendo, poniendo claramente que, jamás se dejaría cazar.
Ante esta situación, Hércules recurrió a Hermes, el mensajero de los dioses por ser el más rápido,
para que le prestase sus alas, y cazar la presa más valiosa.

Ya te puedes imaginar la reacción de Artemisa… Había sido cazada por Hércules,
No obstante, aunque hizo todo lo que pudo para capturar a Hércules, éste se había convertido
en la presa más difícil. Sentía una imperiosa necesidad de capturarlo, pero no se trataba de
nada más que de una ilusión.
Creía que estaba enamorada de él y lo quería para ella sola, de manera que lo único que tenía
en la mente era conseguirlo, y esto la llevó a perder la felicidad.
Empezó a cambiar. Dejó de estar en armonía con el bosque, y se puso a cazar sólo por el placer

de conseguir una presa.

Y así rompió sus propias reglas y se convirtió en una predadora. Ahora los animales le tenían miedo
y el bosque empezó a rechazarla. No era capaz de ver la verdad; Hércules era lo único que
ocupaba su mente.

Cuando estaba con Hércules, se sentía desbordada de felicidad por estar a su lado,
Cada vez que Hércules se marchaba, ella sufría y lloraba.
Hércules no tenía la menor idea de lo que estaba ocurriendo en la mente de Artemisa; no advirtió que pretendía cazarlo y ser su predadora.
Por supuesto, en el bosque todos advirtieron el cambio que había experimentado Artemisa, excepto ella. En su mente seguía considerándose la cazadora divina.
No era consciente de que el bosque, que antes había sido el cielo, ahora no era así

Un día, Hermes adoptó una forma animal, y en el mismo instante en que ella se disponía
a destrozarlo, se convirtió en un Dios, lo que le permitió descubrir de nuevo la sabiduría que había perdido.
Hermes le explicó que había fallado, y con esta nueva conciencia, Artemisa se acercó a Hércules y solicitó su perdón. Al hablar con Hércules comprendió que no había llegado a ofenderlo nunca porque él desconocía lo que había estado sucediendo en su mente.

Entonces, contempló el bosque y vio lo que le había hecho.
Pidió disculpas a cada flor, a cada animal hasta que recobró el amor, y así se convirtió,
de nuevo, en la cazadora divina.

Esta historia nos enseña, que todos somos cazadores y todos somos presas.
¿Por qué cazamos? Cazamos a fin de satisfacer nuestras necesidades las necesidades del
cuerpo en oposición a las necesidades de la mente.
Cuando intentamos cazar esas necesidades irreales de la mente, nos convertimos en predadores:
intentamos atrapar algo que no necesitamos.
Los seres humanos Sentimos que necesitamos amor porque creemos que no tenemos amor,
y eso nos pasa porque no nos amamos a nosotros mismos.
Saludito Muy Luminoso

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