3.9.10



Ciertamente el mundo nos devuelve lo que depositemos en él.
Si reímos también ríe, y si lloramos aparece el reflejo con triste semblante".
Orison Swett Marden

Si nos preguntaran cuales son las tres cosas que con mayor anhelo
deseamos atraer a nuestra vida, la gran mayoría respondería:
salud, riqueza y felicidad; pero si la pregunta se enfocara en la mayor
de las tres, con seguridad, la mayoría escogería la felicidad.

Todos creemos que encontraremos la verdadera felicidad si logramos
atraer y procurar mayores comodidades, o alcanzar una mejor posición
que la que tenemos.
Lo cierto es que la felicidad no es el resultado de satisfacer nuestros
apetitos y deseos, sino que es fruto noble y de la actitud ante la vida útil.

La felicidad aparece cuando decimos una palabra afectuosa a quien
necesita oírla, cuando actuamos de manera noble o tenemos un impulso
generoso.

La sentimos con cada pensamiento recto, con cada palabra o acción
amorosa, así no la estemos buscando.

Nuestro error está en que la buscamos donde no existe: en lo transitorio
y perecedero.
Ella surge de dar y entregar, no de recibir y retener.
Quien ande en busca de la felicidad, debe recordar que dondequiera que
vaya sólo logrará atraer lo que haya llevado consigo.

Es imposible encontrar a nuestro alrededor algo que no se encuentre en
nuestro interior.
El corazón humano siempre está hambriento; pero la infelicidad es el
hambre de adquirir, mientras que la felicidad es el ansia de dar.

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